El ministro del Interior, Carlos Negro, afirmó que la guerra contra las drogas está perdida, desatando una polémica. Algunos calificaron sus declaraciones como un «sincericidio», destacando que Negro, sin antecedentes en la política, marcó una diferencia en un ámbito donde suele primar el discurso para la tribuna. Su afirmación fue vista como una excepción en un espacio donde, para algunos, es preferible evitar la incomodidad de ciertas verdades.

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